Desde que tengo memoria, mi corazón ha latido con el deseo de acompañar a otros en su camino. Sin embargo, la vida me enseñó que antes de extender la mano, debía abrazarme a mí misma. Y así, emprendí un viaje de autodescubrimiento que aún hoy me maravilla.

Soy una exploradora incansable, una estudiante eterna de la vida. Cada aprendizaje me impulsa a buscar nuevas herramientas para mi propio bienestar y el de quienes me rodean. No sé si algún día alcanzaré la certeza absoluta de quién soy, de mi propósito o de mi destino, pero disfruto cada paso de este hermoso misterio.

Encuentro refugio y renovación en la natación, un bálsamo para el alma más que un deporte. La danza me libera, los libros de desarrollo humano me inspiran, y una taza de café se convierte en una pausa para conectar conmigo misma.

Te invito a unirte a este viaje de autodescubrimiento, donde la calidez y el amor son la brújula que nos guía.